Sobre el Muro

Trazando la línea

Courtesy of the University of North Texas Digital Library.

Courtesy of the University of North Texas Digital Library.

El 2 de febrero de 1848, un Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo fue firmado en Guadalupe Hidalgo, dando fin a la guerra entre México y los Estados Unidos. Mientras que el conflicto era aparentemente sobre el aseguramiento de la frontera del recientemente anexado estado de Texas, fue claro desde el principio que la meta de los Estados Unidos era expansión territorial. En décadas anteriores, los Estados Unidos habían asegurado la “Compra de Louisiana”, y el entonces presidente Polk veía como el “Destino Manifiesto” de ´América´ el adquirir acceso a un océano hacia el oeste. Como consecuencia de la guerra, México fue obligado a ceder sus territorios de Alta California, Nuevo México, y porciones del norte de los estados de Sonora, Coahuila y Tamaulipas.

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México antes de la frontera

William Hemsley Emory; Papagos Indians; 1859; United States & Mexican Boundary Survey, Vol. 2.

William Hemsley Emory; Papagos Indians; 1859; United States & Mexican Boundary Survey, Vol. 2.

La historia precolombina mexicana es conocida a nivel mundial debido a las civilizaciones Olmeca, Maya, Tolteca y Azteca, y especialmente por las fabulosas ciudades de Mesoamérica. Estas se extendían a lo largo de lo que hoy en día es el centro, sur y suroeste de México y la península de Yucatán, y hacia Guatemala, Belice y la parte occidental de Honduras y El Salvador.

La región entre Mesoamérica y la periferia norte, en ocasiones llamada La Gran Chichimeca, fue asentada antes del año 10,000 AC. Un sistema de asentamiento basado en prácticas agrícolas formales apareció en varios lugares entre el año 2000 AC y el año 500 DC. No lejos de la hoy frontera en el estado mexicano de Chihuahua, el poblado de Paquimé (cerca de Casas Grandes) surgió para dominar la región aproximadamente de los años 1200 a 1450 DC. Con una población de alrededor de 3,000 personas, Paquimé fue una capital regional que controló una extensa red de intercambio que se extendía hacia el sur a Mesoamérica y hacia el norte hasta llegar el Cañón Chaco, en el hoy estado norteamericano de Nuevo México.

Baja California es hoy una tierra de desiertos costeros. Sin embargo, climas del pasado eran más benignos y la Baja California peninsular era rica en flora y fauna, con relativamente abundante agua. La península pudo haber sido una de las primeras partes del continente alcanzadas desde Alaska hace más de 40,000 años. La fecha de carbono más temprana que ha sido aceptada en la región proviene de un pedazo de carbón encontrado en la Cueva Pintada, una de las más grandes cavernas del complejo de la Baja California central, el cual indica que el asentamiento humano ocurrió hace más de 10,000 años.

El arribo de los españoles en América alteró irrevocablemente al hemisferio entero. Lo que actualmente es la frontera, fue visitada por ejemplo, por el itinerante Cabeza de Vaca quien vagó al interior de Chihuahua, entrecruzando el Río Bravo entre 1534 y 1536. En 1540-42, Francisco Vásquez de Coronado recorrió a lo largo de la región occidental y las culturas Pueblo; y en 1542 Juan Rodrigo Cabrillo entró a la bahía de San Diego. Pero para el momento que Baltazar de Obregón entró a Paquimé en 1584, se encontró con ruinas que tenían ya casi un siglo de antigüedad.

Las regiones del norte del Imperio Español fueron difíciles de someter. La existencia de levantamientos era común y era usualmente encontrado por una dura represión por parte de los conquistadores. Los misioneros fueron una parte importante de la estrategia de pacificación española, sin embargo llegaron tarde a Baja y Alta California. El 19 de agosto de 1773, Fray Francisco Paloú estableció la primera división formal de Alta California y Baja California, autorizando a los Franciscanos a convertir gente en Alta California, y a los Dominicos la gente de Baja California.

Una vez consumada la Independencia de México, los presidios perdieron su propósito imperial de pacificación y control; y para 1830, la secularización había eliminado el propósito de la misión en Texas, Arizona, California y Nuevo México. Amplias reformas territoriales siguieron, frecuentemente involucrando grandes concesiones de tierras públicas para alentar asentamientos. Enormes ranchos fueron creados en Tecate y Tía Juana. A través del matrimonio interracial y los negocios, muchos recién llegados, fueron absorbidos por la nueva sociedad, adoptando estilos de comer y de vestir, mezclando idiomas, y sirviendo en ejércitos compuestos de diferentes razas. Un fuerte sentimiento de mandato local se extendió en el norte, instigado por el abandono del gobierno central. Muchos mexicanos querían asegurar soberanía de los Estados Unidos para los territorios de la frontera. En los años anteriores a la guerra de 1846-48, la integración de los territorios del norte de México a la economía y sociedad de los Estados Unidos era el factor más relevante en la vida de la mayoría de las personas.

Después del Tratado de 1848, los espacios fronterizos que los españoles habían batallado para conquistar se convirtieron en lugares fronterizos que México y los Estados Unidos buscaban controlar, primordialmente en función de asegurar los nuevos límites territoriales de sus respectivos países. Los Estados Unidos establecieron nuevas bases militares a lo largo de la orilla norte del Río Bravo. Conforme el intercambio y comercio de los poblados fronterizos se desarrolló, muchos mexicanos se mudaron al norte del río en busca de oportunidades económicas. En el extremo oeste del continente, la firma del Tratado coincidió con el descubrimiento de oro en el norte de California.

Aunque México buscó integrar el norte a la nueva república, movimientos secesionistas fueron comunes en ambos lados de la frontera. A principios del siglo XIX, residentes fronterizos de habla hispana, nativos americanos, y recién llegados anglo-americanos surgieron como mexicanos, tejanos y americanos. La velocidad de transformación vio a mexicanos-tejanos ir de súbditos españoles, a ciudadanos mexicanos, a tejanos, a estadounidenses, todo en el lapso de una generación.

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Marcando la línea

Michael Dear; Boundary Fence Between Mexico and The U.S.A., Pinacate, Sonora; 2003

Michael Dear; Boundary Fence Between Mexico and The U.S.A., Pinacate, Sonora; 2003

El Artículo V del Tratado de Guadalupe Hidalgo requirió la designación de una “línea fronteriza precisa, basada en mapas autorizados, y el establecer sobre tierra marcas que mostrarán los límites de ambas repúblicas.” Basado en el mapa de Disturnell anexo al tratado, la línea se extendería desde la boca del canal más profundo del Río Bravo del Norte, río arriba hasta llegar al pueblo llamado “Paso” (hoy ciudad Juárez), de ahí seguiría su camino por tierra hasta los Ríos Gila y Colorado; posteriormente seguiría la división entre la Alta California y Baja California hacia el Océano Pacífico. El levantamiento fronterizo inició el 6 de julio de 1849, justo al sur de San Diego y tomó seis años en terminarse.

Entre 1849 y 1854, cada nación estableció comisiones de levantamiento para marcar la nueva frontera. Pedro García Conde y John Russell Bartlett fueron los primeros comisionados en empezar el trabajo. Una de las primeras tareas fue la de establecer una primera marca fronteriza (punto inicial) entre Alta y Baja California. El trabajo del levantamiento era con frecuencia arduo y peligroso pero también caracterizado por un alto grado de cooperación entre los equipos bajo la dirección de los comisionados José Salazar Ylarregui y William Emory. Lo que había previamente sido una frontera abierta era ahora transformada en una frontera internacional, si bien vagamente definida y casualmente honrada.

Los peritos de la frontera produjeron más de 50 mapas que cuidadosamente delineaban la nueva línea. Eran acompañados por varios artistas y científicos, encargados de registrar el territorio y sus recursos, quienes produjeron muchos bocetos y pinturas del paisaje al igual que registrar las plantas, animales y gente que se encontraban. Desafortunadamente, muy pocos registros del levantamiento mexicano sobreviven al día de hoy, el más famoso siendo Datos de Salazar, una narrativa de la sección de California del levantamiento.

Conforme la población de la frontera creció durante la segunda mitad del siglo XIX, las disputas sobre la ubicación exacta de la línea fronteriza se hicieron más frecuentes. En 1882 delegados de ambos países recomendaron un reconocimiento militar de la totalidad de la frontera terrestre desde Ciudad Juárez-El Paso hasta el Pacífico. En ruta al Pacífico, el equipo que realizaba el levantamiento encontró que muchos monumentos fronterizos habían desaparecido o se encontraban en un mal estado. Algunos no pasaban de ser montones de piedras. En 1891, una nueva comisión de límites fue creada para asumir la tarea de remarcar la frontera.

Los nuevos equipos de levantamiento se encontraron con numerosas dificultades y confusiones a lo largo de su trabajo. Con frecuencia, los monumentos originales eran difíciles de encontrar, especialmente en el terreno montañoso. Errores en el levantamiento original significaron que algunos de los monumentos colocados con antelación estaban mal posicionados; errores como estos fueron, ya sea ajustados discretamente, o permanecieron sin disputarse para evitar la necesidad de negociar nuevos tratados de reconciliación. Muchas dificultades fueron el resultado de interferencia humana deliberada, incluyendo la destrucción de los monumentos y montones de piedras por indios merodeadores. Monumentos fueron también desmantelados para su uso como materiales de construcción, o por las acciones de rancheros y mineros al norte de la frontera quienes destruyeron o movieron marcadores con el fin de obtener control sobre tierras y recursos minerales.

Para junio de 1894, el trabajo de la comisión del segundo levantamiento había llegado a su fin. El monumento fronterizo número 1, pegado al Océano Pacífico, fue re-designado como el número 258, ya que los peritos trabajaron hacia el oeste desde El Paso. El viejo monumento fue enviado a San Diego para ser pulido y regrabado, para ser luego reinstalado dentro de un cerco de hierro para prevenir vandalismo. En las siguientes dos décadas, 18 monumentos más fueron erigidos, llevando el total a 276. La Comisión Internacional de Límites también llevó a cabo la restauración de monumentos y erigió nuevos monumentos en puentes construidos sobre el Río Bravo. Con la terminación de 276 monumentos, el programa oficial terminó. Ambos países acordaron que cualquier delimitación posterior consistiría de pequeños marcadores de concreto (conocidos como mojoneras). Para 1975, se habían sumado 442 marcadores, principalmente dentro y alrededor de las crecientes ciudades y pueblos fronterizos; otros 51 fueron sumados en 1984.

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La frontera se globaliza

El levantamiento que se dió después de 1848 se llevó a cabo de manera cordial por los Comisionados Salazar y Emory, anunciando los fuertes lazos que se desarrollarían entre los “pueblos gemelos” a lo largo de la línea. Al finalizar el Siglo XX, estos pueblos crecieron hasta convertirse en ciudades con lazos globales. Los lazos transfronterizos fueron una muestra común de la vida cotidiana de los habitantes fronterizos.

Con el auge del ferrocarril y la entrada de capital extranjero a México durante el mandato de Porfirio Díaz, se fomentó la expansión económica y demográfica de las ciudades gemelas en ambos lados de la frontera. Tijuana fue fundada el 11 de junio de 1889, donde antes se encontraba una aduana desde 1874. Mexicali y Tecate siguieron en los albores del Siglo XX, cuando la tecnología de irrigación abrió la posibilidad de la agricultura en el Valle Imperial de California, así como en el Valle de Mexicali Baja California. Para 1910, los seis estados fronterizos mexicanos contaban con más de 1.6 millones de habitantes (10.9 por ciento de la población total del país); mientras que los cuatro estados de E.U. contaban ya con 4.9 millones de habitantes (7.3 por ciento de la población total de E.U.)
La Revolución Mexicana fue observada de cerca por el Gobierno de E.U. así como por la gente que habitaba a lo largo de la línea. Algunos ciudadanos mexicanos cruzaron la frontera a fin de refugiarse del conflicto. Ambos bandos involucrados en la lucha mantuvieron lazos con el norte, para obtener víveres y material de guerra.

La modernización de la franja fronteriza de México y E.U fue auxiliada por los convenios y políticas entre los dos países. Encabezando dichas políticas estuvo el establecimiento de La Comisión Internacional de Limites en 1889, y su sucesora La Comisión Internacional de Límites y Aguas de 1944. La colaboración entre ambas agencias persiste en la actualidad, e incluye el mantenimiento de los monumentos de lindero, la construcción de presas para propósitos de energía hidroeléctrica, control y prevención de inundaciones, canales y resolución de disputas limítrofes.

Durante la segunda mitad del Siglo XIX, la franja fronteriza era una zona salvaje y sin ley. Los asaltos se llevaban a cabo en ambas partes de la frontera, tanto en territorio de E.U, como en México. Los filibusteros de E.U. se introducían en México en busca de saqueos rápidos y conquista. El aumento en la migración llevo a E.U. a la creación de la Patrulla Fronteriza de E.U. en 1924, transformando la vagamente definida frontera, en una línea definida y por primera vez patrullada por una policía constituida. De cualquier forma, Los gobiernos de México y los E.U. han seguido cooperando mutuamente en las políticas de migración, tráfico y seguridad nacional. En las primeras décadas de la patrulla fronteriza, el patrullaje fue relativamente un asunto casi imperceptible.

Los pueblos fronterizos crecieron conjuntamente a través de los lazos de trabajo, familia, compra-venta y entretenimiento. Esto fue un factor determinante en la reducción de los crueles recuerdos de la amarga guerra, aunque la memoria colectiva revela que aún existen tensiones internacionales cerca de la superficie.

En 1965, México lanzó el Programa Industrial Fronterizo para desarrollar la industria manufacturera en los pueblos fronterizos, y ofrecer así empleo a los migrantes mexicanos que regresaron al país al término del Programa Bracero. Aunque lento al principio, la producción de las maquiladoras fue responsable de una cuarta parte de las exportaciones manufactureras mexicanas para 1979. El número de maquilas en la frontera creció de 12 en 1965 a 1,500 para 1996, empleando a más de un millón de trabajadores. Dos terceras partes de todas las maquilas mexicanas se establecieron en tres ciudades fronterizas mexicanas: Tijuana, Mexicali y Ciudad Juárez.

El Tratado de Libre Comercio (NAFTA por sus siglas en ingles), fue firmado en 1994, afianzando las bases y lazos entre México y E.U. Al finalizar el Siglo XX, la franja fronteriza se había convertido en una de las regiones con más rápido desarrollo en México, experimentando un enorme crecimiento económico y demográfico, cambios políticos y una explosión de innovación cultural. Para el año 2000, los seis estados fronterizos mexicanos (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) eran habitados por 18.2 millones de personas, 16 porciento de la población total de México. Mientras que los 4 estados estadounidenses (California, Arizona, New México y Texas) eran hogar de 66.9 millones de habitantes, un 21 por ciento de la población de E.U.

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El Muro

Michael Dear; Boundary Fence Between Mexico and The U.S.A., Campo, California; 2002

Michael Dear; Boundary Fence Between Mexico and The U.S.A., Campo, California; 2002

En 1945 se diseñó la primera cerca oficial para restringir el flujo de migrantes no autorizados a lo largo del Canal Todo Americano cerca de Calexico, California. Era una cerca de unos 9 kilómetros de largo, construida con postes y malla ciclónica de unos 3 metros de alto, materiales reciclados de los campos donde habían sido internados por los E.U. soldados japoneses-americanos durante la Segunda Guerra Mundial. El gobernador de Baja California aprestó soldados mexicanos en la frontera, para proteger la construcción de la cerca. En 1990, así como en la primera década del Siglo XXI, hubo construcciones más extensas de la cerca a lo largo de la frontera.

Una nueva era para la policía fronteriza comenzó cuando E.U. construyó la cerca para prevenir el cruce de ilegales en las principales ciudades fronterizas. En 1994, la “Operación Contener la Línea” introdujo un número sin precedentes de oficiales patrullando y alta tecnología para vigilancia en El Paso. Esto fue seguido por la “Operación Guardián” en el condado de San Diego, que incluyó el levantamiento de una cerca entre Tijuana y San Diego. Un año más tarde, la “Operación Salvaguarda” extendió su cerca entre las ciudades de Nogales Sonora y Nogales Arizona. La nueva cerca fue construida con hojas de metal utilizadas para crear pistas de aterrizaje temporales para los aviones norteamericanos durante la Guerra de Vietnam.

En las afueras de las principales poblaciones fronterizas, la mayor parte de la línea permaneció como un territorio abierto. Disuadidos por las nuevas cercas en las áreas urbanas, los migrantes optaron por cruzar zonas más agrestes de la montaña y el desierto, incrementando el número de muertes. Sin embargo, las cercas se deterioraron rápidamente, debido a las condiciones ambientales y al maltrato.
Después de los ataques del 11 de septiembre, el Departamento de Seguridad Nacional asumió la construcción de 700 millas de cerca a lo largo de la frontera, con un costo de más de dos billones de dólares. La cerca se construyó con varios materiales, incluyendo murallas de acero, cerca de malla metálica, pilares de concreto juntos uno del otro y bolardos, barreras vehiculares y alambre de púas. En algunos lugares, no menos de 3 capas de cercos dividieron a los dos países, y los caminos intermedios fueron arreglados para permitir persecuciones a alta velocidad. Se causó gran daño al medio ambiente con la construcción de la cerca, incluyendo erosión del suelo, inundaciones y destrucción del hábitat de plantas y animales. Los monumentos limítrofes fueron cubiertos o enjaulados detrás de la cerca, inaccesibles u ocultos en el lado Norteamericano.

Mientras los E.U. gastaban generosamente para asegurar la línea fronteriza, invertían también –en coordinación con México- para incrementar el número de puertos fronterizos que conectaran ambas naciones. El muro era poroso, los determinados migrantes aún encontraban la forma de cruzar sobre, por debajo o a través de la muralla. En muchas de las zonas montañosas de Baja California la cerca simplemente se extinguía.

El antiguo monumento limítrofe número 1 aún se encuentra en su sitio frente al Río Bravo en El Paso. El líder revolucionario Francisco I. Madero construyó su cuartel general cerca del sitio. Hoy en día no hay cerca en este sitio, la línea está marcada por un simple letrero. La “Casa de Adobe” de Madero fue reconstruida como museo, conmemorando el Centenario de la Revolución, y afuera de ella un busto del líder revolucionario se encuentra sobre un pedestal, muy cerca del monumento restaurado.

El monumento 122A se encuentra en un acantilado en la Avenida Internacional en Nogales. Arriba del mismo está una torre de vigilancia con todos los elementos modernos y una cerca de 1990 del tipo “Guardián”. Para asegurar el cimiento del monumento, se construyó una pared de concreto en la cual los artistas locales han pintado distintos símbolos de los antiguos pueblos mesoamericanos. Estas capas sobre el paisaje proveen un relevante testimonio de la historia de México y su agitada relación con E.U.

Después de una década de construcción de fortificaciones, el lugar que se había constituido como una membrana permeable entre las dos naciones fue partido por la mitad por una cerca que amenaza las relaciones transfronterizas. Los monumentos se encuentran como silenciosos centinelas, que recuerdan la rica historia fronteriza, y que se anticipan al momento en el cual las comunidades de ambos lados de la línea sean reunidas de nuevo.

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Tercera Nación

Michael Dear; San Luis, Arizona Monument Refurbishment; 2005

Michael Dear; San Luis, Arizona Monument Refurbishment; 2005

Durante la mayor parte de la historia humana, no existía Estados Unidos de América o Estados Unidos Mexicanos. Ambas naciones llegaron tarde a la escena global; la línea internacional entre ellos tiene poco más de 150 años. Antes de 1848, las fronteras estaban abiertas, un paisaje de interminables horizontes y retos sin límite. Nuestros antepasados prehistóricos recorrían en grandes cantidades estas tierras buscando sustento, evolucionando en complejas civilizaciones que están fundamentadas en extensos asentamientos, parentescos e intercambios a una escala sub-continental. El sello de dichas sociedades fue la conectividad y continuidad sobre el tiempo y el espacio, aún a pesar de que no siempre esto fue armónico y duradero.

El Muro que separa a México de los Estados Unidos caerá. Los muros siempre caen. El Muro no servirá ya que la “Tercera Nación” transfronteriza es un tejido conector que ninguna división puede borrar. Es el lugar donde una nueva serie de valores binacionales están siendo creados, orgánicamente, de buena gana y sin artificios. La “Tercera Nación” es el punto de fusión y encuentro entre dos naciones.

 

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March 2010